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lunes, 19 de agosto de 2024

RECREACIÓN DE LOS ANTIGUOS TOQUES DE CAMPANAS EN BRIHUEGA (GUADALAJARA)

 

NOTA: El presente artículo ha sido recientemente publicado en la revista Gentes de Brihuega, Nº 32, publicada en Agosto de 2024. En este post se copia tal cual el artículo pero se complementa con una serie de fotografías que por motivos de espacio no han podido incluirse en la revista.


ROMERA SOTILLO , Álvaro


    El año 2012 escribimos en la Revista Gentes de Brihuega el artículo “El toque de campanas en Brihuega. ¿Lenguaje olvidado?”, la primera aproximación que realizamos sobre este tema. El año siguiente documentamos campanas y toques en una veintena de pueblos de la comarca de la Alcarria[1]. Desde el año 2018, Carlos Jiménez Jiménez (campanero de Escalonilla – Toledo-) y el que escribe estas líneas, estamos llevando a cabo una nueva investigación[2] que tiene como área geográfica la antiguo Arzobispado de Toledo[3], dentro del cual Brihuega era cabeza de uno de los arciprestazgos de la Vicaría de Alcalá de Henares. Los resultados de esta investigación han demostrado la existencia de unas formas comunes de toque en las parroquias del mismo Arzobispado. Gracias a ello, podríamos hacer una recreación de cómo debieron de ser los toques de campana en Brihuega desde los siglos XVI hasta las primeras décadas del siglo XIX, (momento en el cual adquirieron su mayor complejidad).

La estrecha vinculación de Brihuega con la sede toledana se materializó en la configuración de una red parroquial a semejanza de la propia Toledo, como ocurrió en otras localidades del Arzobispado como Guadalajara, Madrid o Talavera de la Reina. Las cuatro parroquias briocenses (Santa María, San Miguel, San Felipe y San Juan) contaban con sus torres campanario que organizaban la vida de su collación (distrito parroquial) y el latir diario de la Villa. En ocasiones puntuales, unían sus voces en grandes festividades. Una de las últimas veces que debió acontecer este unánime tañir fue durante la Coronación Canónica de la Virgen de la Peña el 13 de agosto de 1928, volteando al unísono las 18 campanas de las seis iglesias abiertas al culto entonces[4].

Ilustración 1: Vista de Brihuega desde el Tajuña. De izquierda a derecha, las torres campanarios de Santa María, San Juan (en el centro) y San Miguel. Foto: http://www.redjaen.es/francis/?m=c&o=52332&letra=&ord=&id=52538 


Ilustración 2: Vista de Brihuega antes de la guerra civil. A la izquierda la torre de San Felipe; la torre de San Miguel en el centro en la parte superior; San Juan en el centro en la parte inferior, cerca de la muralla. Foto: Tomás CAMARILLO https://cefihgu.es/ 

Los campanarios parroquiales briocenses adquirieron su forma definitiva en el siglo XVII[5]. Estos, ubicados en los cuatro extremos del recinto amurallado, contaban con una serie de elementos que garantizaban ser escuchados y distinguidos. Las troneras[6] que dan al exterior estaban parcial o totalmente cegadas, permitiendo así dirigir el sonido al interior de la Villa. La desaparecida torre campanario de San Juan presentaba cegadas casi todas sus troneras, salvo dos que tenían sus respetivos campanillos.

Ilustración 3: De izquierda a derecha, campanarios de San Felipe, antiguo convento de las Jerónimas y San Miguel vistos desde la torre de Santa María. 

Ilustración 4: La Cabrera (Guadalajara), a la izquierda campana romana, a la derecha campana esquilonada.

      Es difícil saber cómo eran esas 18 campanas pues, como es sabido, desaparecieron en la guerra civil. Las fotografías anteriores a 1936 muestran pocos detalles de las campanas. Según varios testimonios orales, la parroquia de Santa María contaba con cuatro campanas (ilustraciones 5 a 11). Las fotografías muestran una gran campana romana[7] (la Gorda) en la tronera que mira al Prado de Santa María, otra de perfil esquilonado[8] ligeramente más pequeña en la tronera que mira al castillo. Las otras dos piezas del campanario debieron de ser un esquilón (en la tronera que mira a poniente) y un campanillo ubicado en el interior de la torre, puesto que la tronera sur estaba cegada[9]. Este tipo de conjunto formado por dos campanas (romanas o esquilonadas), esquilón y campanillo o dos campanillos, era el habitual de una parroquia toledana y es el que debió existir en el resto de los campanarios briocenses. San Miguel contaba con el conjunto más voluminoso (ver ilustraciones 12 a 19). Tenía dos grandes campanas romanas, la “Gorda” en la tronera que mira al oeste, la otra en la tronera que mira a la fábrica (de la cual se conserva su yugo). En la tronera del sur debió de colgar un esquilón y posiblemente un campanillo en su interior. Similar esquema debía de tener San Felipe (ver ilustraciones 20 a 26): dos romanas (de las cuales se conservan parte de los yugos), un esquilón y un campanillo. Sabemos por testimonios orales que San Juan (ver ilustración 27 a 29) debía de contar en los años anteriores a la guerra civil con un conjunto un poco mermado, pues sólo se habla de los campanillos, que, como muestran algunas fotografías, se ubicaban en dos pequeñas troneras. Es probable que en origen hubiera un par de campanas en su interior. Esta ubicación mixta (campanas en el interior, campanillos en las troneras) es muy habitual en los campanarios mudéjares toledanos. Aparte de las campanas parroquiales, también estaban los dos campanillos de las Jerónimas y el campanillo de las Bernardas. La capilla de la Vera Cruz también contaba con un campanillo.

Ilustración 5: Esquema del campanario de Santa María.


Ilustración 6: Torre campanario de Santa María. Foto: Tomás CAMARILLO https://cefihgu.es 


Ilustración 7: Detalle de la fotografía anterior. Campana "Gorda" de Santa María, a la derecha el ventanal con un esquilón. Nótese los ventanales parcialmente cegados en su parte inferior. 
Foto: Tomás CAMARILLO https://cefihgu.es 


Ilustración 8: Vistas de Santa María.  Foto Otto WUNDERLICH

Ilustración 9: Detalle fotografía anterior. Campana esquilonada en la tronera que mira al castillo. Foto Otto WUNDERLICH





Ilustración 10: Fotograma de una grabación de 1927. en el campanario pueden verse las dos campanas, la que mira al castillo, esquilonada (a la izquierda) y la Gorda (a la derecha). Fotograma: Tomás Camarillo https://cefihgu.es



Ilustración 11: Detalle de la Fotografía Anterior. Fotograma: Tomás Camarillo https://cefihgu.es



Ilustración 12: Esquema del campanario de San Miguel

Ilustración 13: Fachada de San Miguel, en el campanario se puede ver la campana "Gorda" de San Miguel, la de mayor tamaño que hubo en Brihuega. 

Ilustración 14: Campanario de San Miguel visto desde los Jardines de la Fábrica. Foto: Tomás CAMARILLO: https://cefihgu.es


Ilustración 15: Detalle fotografía anterior.

Ilustración 16: Vista de San Miguel y Santa María al fondo. Foto Otto WUNDERLICH

Ilustración 17: Detalle fotografía anterior. Tronera cegada y campana romana de San Miguel que mira a la fábrica. Foto Otto WUNDERLICH


Ilustración 18: Campanario de San Miguel, yugo ubicado en la tronera que mira a la fábrica.

Ilustración 19: Recreación de la campana romana pequeña de San Miguel.


Ilustración 20: Esquema del campanario de San Felipe


Ilustración 21: Iglesia de San Felipe durante la guerra civil, al fondo el campanario con la campana "Gorda". Foto: https://www.rutasbelicas.com/articulos-sobre-la-batalla-de-guadalajara/la-batalla-de-guadalajara-parte-iv-brihuega-la-clave 


    
Ilustración 22: Iglesia de San Felipe durante la Guerra Civil. Foto: Biblioteca Nacional.


Ilustración 23: Torre de San Felipe durante la Guerra civil. Foto: https://www.rutasconhistoria.es/


Ilustración 24: Torre de San Felipe durante la Guerra civil, detalle fotografía anterior. A la izquierda ventanal parcialmente cegado campana "Gorda" romana a la derecha. Foto: https://www.rutasconhistoria.e

Ilustración 25: Yugo de la antigua campana romana que miraba a la Fábrica.

Ilustración 26: Yugo de la antigua campana "Gorda".

Ilustración 27: Iglesia San Juan Bautista. Foto: Tomás CAMARILLO https://cefihgu.es


   

Ilustración 28: Torre de San Juan vista desde la plaza del Coso. Foto Tomás CAMARILLO https://cefihgu.es 



Ilustración 29: Detalle fotografía anterior, donde es visible un campanillo en el ventanal superior. Foto Tomás CAMARILLO https://cefihgu.es


    Las campanas solas no las podemos considerar el instrumento musical, sino una parte importante e imprescindible del mismo. El instrumento es la torre campanario con toda la instalación que permite el toque, siendo los yugos uno de los elementos más importantes, no sólo porque mantienen suspendidas las campanas y permiten que puedan tocarse en movimiento, sino porque el material de que están construidos influye en la reverberación y sonido de las mismas. Los actuales yugos de hierro son una invención reciente, tradicionalmente las campanas se colgaban de yugos de madera. La forma de los yugos cambiaba en los distintos obispados. En el antiguo Arzobispado de Toledo tenían unas proporciones y formas muy características[10] (ver ilustración 19 y 30: una altura 1:1 en relación a la campana; brazos de gran tamaño (1/2 de altura); elevaban la campana por encima del eje de rotación por medio de unos ejes metálicos en forma de L y empotraban la parte superior del bronce ¼ de altura en los brazos. 

Ilustración 30: Esquema proporción yugo toledano

Buena parte de los toques estaban estrechamente vinculados con la actividad cultual de las parroquias que, hasta el siglo XIX e incluso parte del XX, era mucho más intensa de lo que podríamos pensar (ver ilustraciones 31 a 33). Cada parroquia contaba con varios sacerdotes: el cura, propiamente dicho (el párroco, llamado así por dedicarse a la cura de almas) y los beneficiados (sacerdotes que recibían una renta eclesiástica pero que no ejercían de forma directa la cura de almas). Estos se agrupaban en el Cabildo de Curas y Beneficiados. Junto a este, estaba el otro Cabildo eclesiástico de Brihuega, el de San Pedro, al cual pertenecían los sacerdotes naturales de Brihuega. El total de ambos cabildos era en el siglo XVIII de unos 24 sacerdotes[11]. La desamortización de 1836 acabó con buena parte de las rentas que mantenían este alto número de sacerdotes, pero las parroquias se mantuvieron por un párroco y un coadjutor. Diferentes reformas fueron disminuyendo su número hasta la actualidad.

Ilustración 31: Virgen de la Peña vista desde su antiguo camarín, al fondo el coro con el órgano y el facistol (a la izquierda), en el cual se colocaban los cantorales. Foto Tomás CAMARILLO https://cefihgu.es/


Ilustración 32: Detalle de la fotografía anterior. Facistol del coro. Foto Tomás CAMARILLO https://cefihgu.es/


Ilustración 33: Parroquia de Escalonilla (Toledo), compuesta por cuatro sacerdotes (con bonete y misal en la mano) - párroco y beneficiados-, sacristanes y monaguillos. Similar composición tenían las cuatro parroquias briocenses.

Los toques tradicionales presentaban una gran variedad técnica. La más sencilla consiste en tocar con cuerda el badajo, dando campanadas de forma seguida (desde el propio campanario o desde abajo). Esta presenta variantes más complejas, como repicar (tocar generalmente dos campanas de forma rítmica y festiva - ver ilustración 34-) o doblar (tocar de forma lenta, generalmente para toques fúnebres). Otra técnica muy habitual era el balanceo por medio de una cuerda atada a una palanca de hierro anclada en el brazo del yugo. Esta técnica era empleada en diversas ocasiones: señales (especialmente con el campanillo), para toques diarios, u otros combinados con toques a badajo, repiques e incluso para toques fúnebres (ver ilustraciones 35 y 36). Una variación del balanceo es el conocido en las fuentes documentales como “toque a pino”, que consiste en balancear la campana hasta dejarla parada en posición invertida. Esta forma de toque, que debió difundirse en Castilla en torno al siglo XVI, era la forma de toque más característica de la Catedral de Toledo. En Brihuega se ejecutó hasta tiempos relativamente recientes, pues se conserva una evidencia material que lo demuestra en el yugo conservado en San Miguel[12] (ver ilustraciones 18 y 19). El toque de mayor expansión sonora era el conocido en las fuentes documentales como “toque de Solemnidad”, basado en el toque a pino de todas las campanas, a veces una a una, otras veces por parejas, concluyendo con un repique[13] (ver ilustración 37). El volteo (o voleo, como se ha denominado tradicionalmente), es decir, el giro completo y continuado, es una forma evolucionada (incluso degenerada) del “toque a pino”. Su aparición en el arzobispado de Toledo es relativamente tardía, entre finales del siglo XVIII y las primeras décadas del siglo XIX. Su ejecución tradicionalmente se ha vinculado con los mozos que tocaban en las grandes fiestas en sustitución del sacristán, el campanero de oficio que no podía “estar en Misa y repicando”.

Ilustración 34: Alcabón (Toledo) Repique de campanas.


Ilustración 35: Yepes (Toledo) "Toque de Solén", repicando la del reloj y tocando "a pino" la "Gorda". Francesc LLOP I BAYO https://campaners.com/php/v0.php?numer=1001 


Ilustración 36: Yepes (Toledo) Doble de difuntos, balanceando la "Gorda" y la "Sorda" . Francesc LLOP I BAYO https://campaners.com/php/v0.php?numer=1004


Ilustración 37: Recreación Toque de Solemnidad.

Vamos a comenzar a desentrañar cómo pudieron ser los antiguos toques de campanas de Brihuega. Diariamente se tocaban las tres “Ave Marías” (la oración del Ángelus), al amanecer, al mediodía y al anochecer. Una hora después de tocar al anochecer se tocaba a las Ánimas[14]. La forma de realizarse venía fijada en diferentes Constituciones Sinodales. Las aprobadas por el Cardenal Portocarrero (1682) especificaban que el Ave María del anochecer se tocase “dando nueve golpes en una campana grande, de tres en tres, y acabados los dichos nueve golpes, tañan una campana a vuelo”[15]; al amanecer “
hagan señal […], donde hubiere costumbre de tocar a esta hora, con nueve golpes de una campana en la misma forma que antecedentemente queda dispuesto para el anochecer, y al mediodía, sean obligados a tocar, dando tres golpes en una campana grande, con intervalo de uno a otro, excepto donde hubiere costumbre que se den más o menos golpes a una y otra hora”[16].
Los toques de oración documentados suelen cumplir estas prescripciones sinodales.

Los toques para celebraciones litúrgicas no sólo avisaban del comienzo de la Misa. Como ya hemos visto, las parroquias contaban con un nutrido grupo de sacerdotes que diariamente se reunían en sus respectivas parroquias para el rezo de algunas horas Canónicas. Las Constituciones de Portocarrero indicaban que “Domingos y Fiestas se digan primeras y segundas Vísperas, y en los lugares de trescientos vecinos cada día”[17]. Prueba de ello es el gran facistol que existía en el centro del coro de Santa María, en el cual se ponían los cantorales para cantar los diferentes salmos y oraciones (ver ilustraciones 31 y 32). El toque de Vísperas era de la misma clase que el de la Misa Mayor. No es descartable, que al igual que ocurría en las catedrales, antes del toque de Vísperas se echase a vuelo el campanillo, haciendo las veces de “aguijón”, antipático sobrenombre con el que era conocido el bronce que convocaba al coro a los canónigos en las catedrales castellanas.

Diariamente se celebraban varias Misas por la mañana[18] en los diferentes altares de las parroquias (la concelebración no existía), pero sólo se tocaba a dos, a la Misa primera (de Prima, conocida en días de fiesta como de Comunión General o de forma popular como “de cocineras”) y la Misa Mayor, oficiada por el cura párroco en torno a las 10 de la mañana. Hasta la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, existían varias formas de celebrar la Misa (ver ilustraciones 38 y 39). De menor a mayor solemnidad eran: Misa rezada (el celebrante rezaba todas las oraciones sin canto), Misa cantada (el celebrante cantaba todas las oraciones, se podía usar incienso) y Misa solemne (el celebrante era acompañado por diácono y subdiácono, cantaban todas las oraciones y se usaba incienso). Junto a estas diferentes formas celebrativas, el Misal y el Breviario Romano[19] prescribían una jerarquización festiva. Esta jerarquización, de gran complejidad, podemos resumirla en cuatro clases principales: fiestas dobles de primera clase (fiestas “mayores”, lo que hoy litúrgicamente se conoce como “Solemnidad”), fiestas dobles de segunda clase (fiestas “menores”, más o menos lo que hoy litúrgicamente se conoce como “fiesta”), dominica (todos los domingos) y ferial (de diario).

Ilustración 38: Misa Rezada o Cantada

Ilustración 39: Misa Solemne con celebrante, diácono y subdiácono.


    La jerarquización de toques festivos se basaba en la combinación del tipo de Misa celebrado y de la clase de fiesta.

    Para la Misa primera (que siempre era rezada) se solía hacer una señal con el campanillo, mientras que para la Mayor se tocaba conforme a la clase de la celebración. El toque básico de Misa solía ser como el que documentamos en el artículo de 2012, tres toques, avisando con una, dos o tres campanadas al final de cada toque. La variación que marcaba la celebración se solía introducir antes del primer toque. De esta forma encontramos los siguientes toques:

-           Toques de Misa de domingo (a veces llamado de misa cantada, también empleado para fiestas dobles de segunda clase), basado en un repique sencillo de las dos campanas.

-          Toque de Misa de Fiesta (para las fiestas dobles de primera clase), basado en un repique doble (dos golpes a una campana, uno a la otra) de ritmo vivo y alegre. A veces se balanceaban algunas campanas.

-          Toque de Solemnidad, reservado para cuatro o cinco fiestas al año (Resurrección, Corpus, titular de la parroquia, patrón) en el que se introducía el toque a pino o el volteo de campanas concluyendo con un repique.

    Estos toques eran interpretados en otras circunstancias, como el toque de Vísperas, procesiones, al final del toque de oración del anochecer para señalar la festividad del día siguiente[20], o bien para avisar de un feliz acontecimiento, como ocurrió en uno de los milagros relatados por el Padre Béjar: un estudiante de Lógica llamado Juan Cubero que en 1687 se despeñó por la parte trasera de la Parroquia de Santa María, “no se hizo el más leve daño, tanto que subió alborozado al campanario y repicó las campanas, para hacer manifiesto a todos del milagro”[21].

    Los toques de Misa eran acompañados de otros toques menores, como el toque de Elevación, señalado con una serie de badajazos con la campana “Gorda”. Así mismo, era frecuente indicar en una de las señales si en esa Misa iba a haber Sermón. Estos toques festivos experimentaban cambios en función del tiempo litúrgico: en Adviento los repiques eran sustituidos por un toque propio de este tiempo litúrgico; en Cuaresma ocurría algo similar, existiendo toques propios para los Misereres y los Vía Crucis de los viernes de este tiempo litúrgico. Así mismo, durante la Cuaresma las Vísperas se rezaban después de la Misa Mayor y se anunciaban con un toque diferente al habitualmente empleado[22].

    Los toques fúnebres tenían también una amplia variedad. Cuando una persona se encontraba en trance de muerte, recibía postrado en la cama el Viático, la última comunión. El Beato Saturnino relata en uno de sus poemas el toque del campanillo según pudo conocerlo desde pequeño[23]: “Seguía el campanillo/ en la torre tañendo,/ y los hombres, apenas/ dejados los aperos/ y encerrado el ganado, se subieron al templo”[24]. Este trance era también acompañado por el toque de Agonía, mencionado por el Padre Béjar en el milagro de Catalina de Anzures (ocurrido en 1587), que “padecía tan grave enfermedad, que la desahuciaron los médicos, y le dieron el Sacramento de la Extrema-Unción: ya estaban para tocar por ella a la agonía[25].

    Después del fallecimiento, se tocaban las “campanadas” o “campanadas de muerto”, una serie de golpes pausados con la campana “Gorda” cuyo número dependía del sexo del finado. En Brihuega eran 12 para mujer y 13 para hombre. Este toque podía enriquecerse, informando si era forastero (dando dobles campanadas) e incluso haciendo una señal indicando la cofradía a la que pertenecía. Este toque es muy característico del arzobispado de Toledo, y el número de campanadas está en relación con la costilla de Adán, una clara alusión teológica que vincula el origen de la muerte con el pecado original. Este toque variaba también si el finado era sacerdote, obispo, rey e incluso el Papa. Existían diferentes toques de entierro en función del grado de solemnidad: de primera, segunda, tercera e incluso cuarta. A mayor solemnidad, mayor complejidad de toque, incluyendo a veces el balanceo o el toque a pino de campanas. En Brihuega se tocaba a clamor con el toque lento y alternado de dos campanas a badajo. No obstante, era frecuente incluir variantes rítmicas y la combinación de más campanas. Se tiende a asociar estos toques con una parsimoniosa gravedad, pero no siempre era así. Hay localidades donde los toques fúnebres de primera o segunda clase se distinguían por un ritmo muy ligero. Las Misas de funeral y Aniversario eran también indicadas con un toque propio. Los mayores recordarán todavía el toque de Ánimas, que consistía en tocar a clamor durante toda la noche en la conmemoración de todos los fieles difuntos. El fallecimiento de un niño menor de siete años era tocado de forma alegre, generalmente repicando con los campanillos.

    Había otros toques menores, como el toque de Rosario, Novenas, Exposición del Santísimo, bodas, bautizos (indicando incluso el sexo), confesiones o aviso de sermón (tocado después de las “Ave Marías” del anochecer del día precedente). Existían toques de carácter civil como el toque a arrebato (avisando de un incendio o calamidad), perdidos (para orientar en noches de niebla o ventisca), pagar la contribución, catequesis o inicio del colegio. Uno de los toques más polémicos, por ser considerado supersticioso, fue el toque a nublado (o nublo), cuyo fin era alejar de los cultivos las dañinas las tormentas de pedrisco. Este era tocado diariamente después de las “Ave Marías” del mediodía de forma preventiva de Cruz a Cruz (desde la fiesta de la Cruz del 3 de mayo hasta la fiesta de la Cruz del 14 de septiembre) y también en el momento en el que se desataba una tormenta sobre la localidad, lo cual ponía en riesgo la vida del campanero como sucedió en uno de los milagros relatados por el Padre Béjar: “En 24 de Junio de 1721 cayó una centella en la torre de la Iglesia de Nuestra Señora (de la Peña): estaba a este tiempo tocando a nublado un capón, que hoy vive, y es monaguillo de las Monjas, que llaman de Arriba, y entrándole la centella por el brazo derecho, se le fue pasando por el cuerpo, y salió por el pie izquierdo”[26]. Pensando que estaba muerto, el monaguillo fue bajado a la iglesia, y depositado en las gradas del altar, donde se despertó invocando a la Virgen.

No podemos olvidarnos del silencio de las campanas desde el Jueves Santo hasta la Vigilia Pascual. Era relativamente frecuente que los campanarios toledanos tuvieran una matraca que sustituyera a las campanas para convocar a los oficios. La Colegiata de Pastrana todavía tiene una matraca en uso.

Ilustración 40: Matraca Colegiata de Pastrana. Foto: José Antonio ALONSO https://nuevaalcarria.com/articulos/los-otros-mensajes-sonoros-en-la-comunicacion-de-nuestras-comunidades


    Brihuega cuenta además con una peculiaridad: la existencia de varios templos implicaba una coordinación entre ellos. La parroquia de Santa María era la iglesia principal de la Villa, y muy seguramente en toques como los de oración[27], era la que tomaba la iniciativa para coordinar al resto por medio de una señal previa. Algo similar ocurría en el toque del Gloria de la Vigilia Pascual. Las campanas, aparte de crear un tiempo sonoro, configuraban también un espacio sonoro, de forma que durante el discurrir de una procesión, las campanas de las respectivas parroquias tocaban mientras transitaba por el barrio de su jurisdicción.

    Toda esta enumeración de toques se ha hecho en base a la documentación de varias localidades toledanas que han sabido conservar cerca de una veintena de toques. En Brihuega por desgracia no hemos tenido la misma suerte, siendo varias las causas que contribuyeron a su desaparición.

    El estudio del toque de campanas no tiene como fin saciar la curiosidad para recrearnos en un melancólico lamento por todo lo perdido, sino más bien pensando en la puesta en valor del toque manual y de su posible recuperación. La documentación de toques de campana es actualmente urgente, pues están falleciendo las últimas generaciones de campaneros tradicionales. La documentación y el estudio nos ayudan a establecer un repertorio patrón que, hundiendo sus raíces en la tradición toledana, pueda ser de nuevo empleado con la recuperación de repertorios acordes con las necesidades actuales.  



[1] - Los resultados pueden consultarse en la página web www.campaners.com .

[2] - los resultados pueden verse en este blog,

[3] - Nos referimos a la división territorial anterior al Concordato de 1851, a partir del cual la geografía eclesiástica se empezó a amoldar a la geografía civil de las provincias creadas unas décadas antes. En aquel entonces, el Arzobispado de Toledo ocupaba Toledo, Madrid, el tercio occidental de Guadalajara, Ciudad Real, parte de Albacete, zonas en Jaén y Granada y la franja oriental de Extremadura. Toledo era a la vez cabeza de la provincia eclesiástica de Toledo, integrada por los obispados de Valladolid, Segovia, Osma, Sigüenza, Cuenca, Córdoba, Jaén y Cartagena, así como los territorios de las órdenes Militares de Santiago y Calatrava que se extendían por Cuenca, Ciudad Real y Albacete.

[4] - SIMÓN PARDO, Jesús: Advocaciones marianas alcarreñas (historia, tradición, leyendas), Guadalajara, 1995. p. 60. Estos seis templos abiertos al culto eran, aparte de las cuatro parroquias, los conventos de las Bernardas y de las Jerónimas.  

[5] - Son evidentes las diferentes fases constructivas. En uno de los sillares de una tronera de San Miguel existe una inscripción: “ANNO/1629”.

[6] - Las troneras son los ventanales donde se sitúan las campanas.

[7] - Este perfil es característico y actualmente exclusivo de los antiguos territorios de la Corona de Castilla, desde la cornisa cantábrica hasta las actuales provincias de Toledo y Cuenca. Se caracterizan por tener hombros anchos y tener un perfil más bien cuadrado o trapezoidal.

[8] - Perfil de hombros estrechos y caída sinuosa, es el empleado habitualmente en toda Europa. 

[9] - Era habitual ubicar alguna campana en el interior de la torre, especialmente los campanillos. Sabemos que los campanarios de Yunquera de Henares y Valfermoso de Tajuña tuvieron un campanillo en el interior de sus campanarios. En la primera localidad todavía se conserva parte de su yugo.

[10] - ROMERA SOTILLO, Álvaro (2017): El yugo “toledano”, http://campaners.com/php/textos.php?text=9009

[11] - Biblioteca de Castilla-la Mancha, Fondo Borbón-Lorenzana, MS. 85, Descripción de los pueblos que comprende la Vicaría de Alcalá de Henares, fol. 120.

[12] - En la cabeza del yugo se conserva un suplemento de madera que haría tope con la cuerda atada a la palanca para frenar la campana y dejarla invertida (ver Ilustración 2). Elementos de estas características se han conservado en otros campanarios donde también se realizaba esta forma de toque.

[13] Cervantes en su comedia Los baños de Argel (1615) habla sobre el “grave empino”; el escritor Cristóbal de Villalón en El Crótalon habla de los toques de campana “con solemnidad que llaman en pino”. Cfr. REY, Pepe (1997): “Nominalia. Instrumentos musicales en la literatura española desde La Celestina (1499) hasta El Criticón (1651)”, I encuentro Tomás Luis de Victoria y la música española del siglo XVI. Los instrumentos Musicales en el siglo XVI (Ávila, mayo de 1993), Ávila, Fundación Cultural Sta. Teresa, 1997, p. 63. En Yepes (Toledo) estaba el conocido como “toque de Solén” (de solemnidad), que solo se interpretaba tres o cuatro veces al año. En Escalonilla (Toledo) todavía se sigue llamando “toque de Solemnidad” el empleado en Resurrección, el Corpus, la Magdalena y la fiesta del Santo Cristo con la Cruz a cuestas.

[14] - Este toque de Ánimas y el de las Ave Marías del mediodía, se siguieron tocando después de la guerra civil.

[15] - Synodo diocesana del arzobispo de Toledo, celebrada por el Emmo. Sr. D. Luis Manuel presbytero cardenal Portocarrero Arzobispo de Toledo en la ciudad de Toledo, impresa en Madrid por Atanasio Abad, 1682, Libro I, Título IV, Constitución III, pp. 50-51.

[16] - Ídem.

[17] - Ibídem, Libro V, Titulo IX, Constitución III, p. 342.

[18] - Debido al ayuno eucarístico, el celebrante no podía ingerir alimento hasta no haber consumido el pan y el vino consagrado, por eso las Misas se celebraban por la mañana y a hora temprana. Desde el Concilio Vaticano II esta norma se ha relajado, permitiendo la celebración de Misas por la tarde.

[19] - El Breviario Romano era el libro que contenía todas las oraciones y salmos que se rezaban en la liturgia de las Horas.

[20] - “Y en los Sábados y Vísperas de Fiestas repiquen las campanas conforme a la festividad del día siguiente”, Cfr. Synodo diocesana del arzobispo de Toledo… cardenal Portocarrero…Op. Cit. 1682, Libro I, Título IV, Constitución III, p. 51.

[21] - BÉJAR, Fr. Francisco de: Historia de la milagrosa imagen de Nuestra Señora de la Peña, patrona de la Villa de Brihuega, de el Arzobispado de Toledo. Madrid, 1733, p. 258.

[22] - En Yepes (Toledo) era conocido este toque como “toque de Candonga”. Cfr. JUÁREZ, David (1983): Toques ordinarios y otros toques de Yepes, http://campaners.com/php/textos.php?text=357 .

[23] - El uso del campanillo para avisar del Viático se empleaba también en otros puntos del Arzobispado de Toledo, por ejemplo, en Fuensalida. Cfr. JIMÉNES JIMÉNEZ, Carlos; ROMERA SOTILLO, Álvaro: El campanario de la Real Iglesia Parroquial de San Juan Bautista de Fuensalida (Toledo), https://vozdebronce.blogspot.com/2020/04/el-campanario-de-la-real-iglesia.html

[24] - ORTEGA MONTEALEGRE, Saturnino: Leyendas de mi Alcarria. Toledo, 1934, p. 142.

[25] - BÉJAR, Fr. Francisco de: Historia de la milagrosa imagen … Op. Cit, p. 242.

[26] - Ibídem, p. 258.

[27] - “Y donde hay más de una Iglesia, tañan en començando la Matriz, donde la hubiere, y donde no, la más antigua, y no antes, y para que estén prevenidos se tañerá en ella antes otra campana diferente” Cfr. Synodo diocesana del arzobispo de Toledo… cardenal Portocarrero…Op. Cit. 1682, Libro I, Título IV, Constitución III, p. 51.