ROMERA SOTILLO, Álvaro
1. Introducción
Las campanas forman parte de la tradición cultual cristiana desde aproximadamente los siglos V y VI. El primer uso que se les dio en el cristianismo era avisar del rezo de las diferentes horas canónicas. También parece que eran empleadas en los entierros. Poco a poco las campanas fueron enriqueciendo su uso dando lugar a numerosos toques que acompañaban y marcaban la vida cotidiana y festiva de las comunidades. Entre los siglos XVI y XVIII las campanas adquieren su momento de mayor complejidad “lingüística”, decayendo desde entonces su uso debido a múltiples causas, entre las que se encuentra la progresiva descristianización de la sociedad.
Las campanas han sido objetos importantes en la cristiandad, especialmente en los pueblos, que se han identificado con ellas de forma íntima. En su solemne bendición recibían el nombre de un santo de especial devoción en la población, al cual se pedía su intercesión. Hasta el siglo XIX en todas aparece el nombre del santo seguido del ora pro nobis (ruega por nosotros), por ejemplo, Sancta María ora pro nobis. Sin embargo, en raras ocasiones son conocidas con su nombre “de pila”. Son más frecuentes los cariñosos (a veces no tanto) apodos: la “Gorda”, la “Chica”, el “Campanillo”, la “Esquilona”, la “cascarrá”, “de nublos”, la “Golondrina”...
Es por tanto la campana un instrumento musical al servicio del culto, reservado para tal fin a través de una solemne bendición (en ocasiones se hablaba de consagración) en la que el bronce era lavado, ungido con santo Óleo y con Crisma (de ahí su consideración de consagración) e incensado. A esta ceremonia se la conocía también como el “bautizo” de la campana. Aparte de su uso estrictamente religioso, las campanas eran también empleadas para usos comunitarios como pueden ser los toques de perdidos, fuego, sacar el ganado, avisar de la hora de entrada al colegio, etc.
El toque de campanas ha sido uno de los más importantes y sencillos medios de comunicación social, que por desgracia, se encuentra en vía de extinción. La despoblación, el desarraigo, la increencia, la pérdida del oficio de campanero y su sustitución por sistemas mecánicos de toque son las causas que están detrás de su progresiva desaparición.
Afortunadamente desde hace ya unos años se está tomando mayor concienciación para tratar de conservar, e incluso potenciar y proteger el toque manual de campanas. Desde los años ochenta se vienen inventariando campanas y registrando toques manuales. Actualmente se encuentra en trámite la declaración del toque manual de campanas como representativo del Patrimonio Cultural Inmaterial español.
2. La torre campanario de la Iglesia Parroquial de San Martín Obispo de Lillo
La torre campanario de la Iglesia Parroquial de San Martín Obispo de Lillo es una construcción levantada entre los siglos XV y XVI, al igual que el cuerpo principal del templo. La torre campanario se encuentra adosada a la cabecera de la nave del Evangelio. Es de planta cuadrada, compuesta por un cuerpo prismático que se eleva aproximadamente hasta la altura de la cumbrera del tejado. Sobre este cuerpo principal se levantan dos cuerpos horadados por ocho ventanales cada uno de ellos (dos ventanales por cara). En el cuerpo superior se localizan las campanas litúrgicas. Cierra el conjunto un chapitel barroco de plomo y pizarra, en cuyo cuerpo principal pende la campana del reloj. La fábrica de la torre es de piedra, con algunas hileras de ladrillo en el cuerpo principal. La torre presenta ciertos elementos propios de la arquitectura mudéjar: el interior del cuerpo principal se encuentra macizado por una torre interior, de forma que las escaleras de subida transcurren entre la “torre exterior” y la “torre interior” hasta más o menos la altura del alero del templo, lugar donde se encuentra la primera de las salas. Desde esta primera sala se sube al primer cuerpo de ventanas de la torre, y desde este, a través de una escalera de madera, al segundo cuerpo. En la parte alta de este segundo cuerpo se encuentra el cuarto con la maquinaria del reloj, sin uso y en estado de abandono desde hace ya bastantes años. Sobre la “torre interior” se levanta un pilar que sube hasta la altura de la cornisa del cuerpo de campanas, y sustenta tanto los pisos de los cuerpos superiores como el chapitel. La iglesia está declarada Bien de Interés Cultural desde el 26 de noviembre de 1991.
Ilustración 1. Iglesia parroquial de San Martín obispo de Lillo |
3. Las campanas
La torre cuenta con un total de cuatro campanas: tres “litúrgicas”, es decir, destinadas al toque manual, y una cuarta a dar las horas del reloj. Podemos decir que constituyen dos grupos de campanas, separadas incluso físicamente: las “litúrgicas” en el último cuerpo del campanario y la del reloj en el chapitel. Estos dos conjuntos miden el tiempo de forma diametralmente opuesta: la del reloj mide una división exacta del tiempo y carente de significado; las “litúrgicas” jerarquizan el tiempo y el espacio a través de toques manuales (en origen, aunque ahora estén mecanizadas) con un significado enmarcado dentro de la creencia religiosa. El conjunto de campanas “litúrgicas” está compuesto por dos campanas pequeñas, que vamos a denominar de forma genérica campanillo pequeño (1) y campanillo grande (2), puesto que no están dedicadas a ningún santo ni sabemos cual es su denominación tradicional. La campana grande (3), como suele ser habitual, está dedicada al titular del templo, San Martín. Hablaremos también de los yugos de madera conservados en la torre, uno entero, que es en el que actualmente cuelga la campana grande y otro parcialmente conservado, que se encuentra encastrado en una de las ventanas del último cuerpo del campanario.
Ilustración 2:
Disposición actual de las campanas
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3.1. Campana (1), campanillo pequeño
Localización: Campanario
Diámetro: 40 Altura del bronce: 35 Borde: 4
Peso aproximado: 60 kg aprox.
Fundidor: CARESA S.L. (Valladolid)
Año: 2006
Descripción:
Campana industrial con escasas inscripciones. En la parte del exterior, en el tercio la indicación del año de fundición: “AÑO 2006”. Su ubicación es un tanto extraña, porque las inscripciones, por breves que sean, se suelen colocar hacia el interior. En el medio la marca del fundidor de Caresa, y en la parte exterior un Cristo crucificado. Inexplicablemente fue fundida con siete asas, solución propia de campanas de más de 100 kg.
Tercio:
Cordón/
(00)“AÑO 2006”/
Dos cordones
Medio:
(00) Cristo Crucificado
(06) Marca del fundidor (“CARESA”)
Medio pie:
Tres cordones
3.2. Campana (2), campanillo grande
Localización: Campanario
Diámetro: 50,5 Altura del bronce: 38,5 Borde: 6
Peso aproximado: 80 kg aprox.
Fundidor: PORTILLA, Hermanos (SANTANDER)
Año: 1976
Descripción:
Campana interesante dotada de un yugo de madera posiblemente realizado por los propios fundidores. Aunque tiene ejes el sistema de sujeción de los mismos impide su movimiento. Presenta una escueta inscripción en el medio repartida entre el sello de Fábrica (“PORTILLA HNOS CTRA / -en una campana PORTILLA-/ SANTANDER (ESPAÑA)”) y bajo éste la fecha de fundición “AÑO 1976”.
Hombro:
2 cordones
Tercio:
Dos cordones
Medio:
(06) Sello de Fábrica: “PORTILLA HNOS CTRA / -en una campana PORTILLA-/ SANTANDER (ESPAÑA)”/
“AÑO 1976”/
tres cordones
Pie:
Dos cordones
3.3. Campana (3), San Martín, campana grande
Localización:
Campanario
Diámetro: 98 Altura del bronce: 80 Borde: 6
Peso aproximado: 550 kg aprox.
Fundidor:
Año: 1771
Descripción:
Interesante campana dieciochesca. Como es habitual en este tipo de campanas la inscripción se concentra en el tercio y en un cartucho coronado por una cruz en el medio. En el Tercio la inscripción es una invocación a la Sagrada Familia y a San Martín, titular de la parroquia: “# # # # # IHS # MARIA # Y # IOSEPH # SAᴎTE MARTIᴎE # OAR # PROᴎOBIS”. La letra se encuentra invertida, como es habitual en campanas antiguas, aparte de otros errores como “sante” en vez de “sancte”, “oar” en lugar de ora.
En el cartucho se encuentra la otra inscripción, que como es habitual hace alusión al párroco, al mayordomo de fábrica y al año en que se fundió: “SE HIÇO ESTA/ CAMPANA SI/ ENDO CVRA D/ IVAN ALFON/ SO GARIDO Y M/ AIORDOMO D/ BASILIO DE P (letra al revés)/ VENCA ANO/ D # E 17 # 71”. Es decir, se hizo esta campana siendo Cura D. Juan Alfonso Garrido y Mayordomo D. Basilio de Puenca. Año de 1771. En el Medio, en el lado opuesto al cartucho se encuentra la cruz sobre un calvario. La campana se encuentra mal orientada, la cruz, que debería estar al exterior, se encuentra en el lado del interior de la torre, y las inscripciones en el lado exterior.
Tercio:
Dos cordones/
“# # # # # IHS # MARIA # Y # IOSEPH # SAᴎTE MARTIᴎE # OAR # PROᴎOBIS”/
Dos cordones
Medio:
(06) Cruz con calvario
(00) Cartucho coronado con una cruz: “SE HIÇO ESTA/ CAMPANA SI/ ENDO CVRA D/ IVAN ALFON/ SO GARIDO Y M/ AIORDOMO D/ BASILIO DE P (letra al revés)/ VENCA ANO/ D # E 17 # 71”/
Tres cordones
Pie:
Cordón
3.4. Campana (A), campana del reloj
Localización:
Chapitel
Diámetro: 81 Altura del bronce: 68 Borde: 7,5
Peso aproximado: 300 kg aprox.
Año: 1575
Descripción:
Interesante campana renacentista. La inscripción se concentra en el Tercio y en el travesaño de la cruz del Medio. En mayúscula humanista aparece en primer lugar una jaculatoria en latín: “# IHS MARIA A FVLGURE ET TEMPESTATE LIBERANOS DOMINE”. A Continuación el año de fundición en castellano “# AÑO DE M # D # LXXV”. Es decir, Jesús María líbranos, oh Señor, de los rayos y de las tempestades, año de 1575. En el travesaño de la cruz aparece una breve oración, “TE DEVM LAVDAMUS”, primer verso del himno Te Deum ( A Ti, oh Dios, te alabamos).
Hombro:
Cordón
Tercio:
Tres cordones/
“# IHS MARIA A FVLGURE ET TEMPESTATE LIBERANOS DOMINE # AÑO DE M # D # LXXV”/
dos cordones
Medio:
(06) Capilla con San Miguel/
Tres cordones/
(00) Cruz con calvario. En travesaño de la cruz “TE DEVM LAVDAMUS”
Medio pie:
Tres cordones
3.5. Yugos
Las campanas son una parte muy importante del instrumento musical que es la torre campanario, pero no son el instrumento en sí mismo. Esto lo comprenderemos mejor si comparamos una torre campanario con una guitarra: si se toca una cuerda tensada sobre una mesa la cuerda suena, pero si se ata en el puente de una guitarra, se pasa por la cejuela, se ata en el clavijero y se aprieta la clavija, al pulsarla su sonido es potenciado por la caja de resonancia. El instrumento es por tanto un conjunto de elementos, no las cuerdas. Esta comparación nos sirve para entender que las campanas son como las cuerdas de una guitarra y la torre, los yugos, los badajos y otros elementos secundarios como las cuerdas, las tarimas y las garruchas vienen a ser cada una de las piezas de la guitarra. Es por ello que dedicamos un pequeño apartado para escribir sobre los yugos, unas piezas básicas para el toque. Los ejemplares de madera conservados en la torre son piezas de gran interés patrimonial, tanto como la campana grande y la del reloj. El primero de ellos, conservado entero, es el correspondiente a la campana grande. Este yugo resulta un tanto pequeño en comparación con la campana. Consta de un brazo, cuyos extremos se encuentran encastrados en la pared unos 15 cm. Sobre el brazo la cabeza, compuesta por tres piezas de madera. La sujeción del bronce se realiza a través de unos abarcones sujetos con cuñas en su parte superior. Tiene ejes de hierro insertos en unas acanaladuras efectuadas en la parte inferior del brazo. Como viene siendo normal en el arzobispado estos ejes no eran rectos, sino con forma de L para realzar la campana por encima del eje de giro. En uno de los ventanales del lado norte se conserva el brazo de un yugo, que por su tamaño bien pudo ser el que originalmente tenía la campana grande. Al igual que el anterior, se encuentra encastrado unos 15 cm. a cada lado. Presenta una importante escotadura en su parte inferior para realzar el bronce y emplearlo como contrapeso. Conserva así mismo ejes de metal, que al igual que en el anterior debían tener también un acodamiento para realzar la campana.
Ilustración 3: Brazo
actualmente vacío, que parece haber pertenecido a la campana grande.
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Ilustración 4: Yugo
actual de la campana grande, debió pertenecer a una campana de menor
tamaño que la actual.
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4. Diversas consideraciones en torno a la composición original del campanario y su hipotética restauración
4.1. La tradición campanera toledana: campanas y yugos
La Península Ibérica posee una tradición campanera propia, con características que la diferencian del resto de Europa. La primera y más evidente es la composición de yugos altos, con sus cabezas a modo de potentes contrapesos, que con poco esfuerzo permiten balancear o voltear la campana. Aparte de esta característica, compartida en la gran mayoría del territorio, existen tradiciones locales, que vienen a coincidir con la geografía eclesiástica española hasta mediados del siglo XIX, siendo Toledo (aparte de la Sede Primada), la diócesis más grande de España, y sede metropolitana de su provincia eclesiástica. La tradición en buena medida se encuentra definida por la morfología de las campanas y de los yugos. El arzobispado toledano se encuadra dentro de la tradición sonora castellana, que, a diferencia de la Corona aragonesa (mucho más cercana a la francesa y centro-europea) busca una diferenciación tímbrica entre los bronces, de ahí que hayan pervivido perfiles de campanas tan arcaicos como el de las denominadas comúnmente romanas, de forma abombada. Si bien es cierto que esta tipología es muy común en la mitad norte, en Toledo se conservan algunos ejemplares. Si en los campanarios del centro de Europa se busca la afinación de las campanas, y se funden conjuntos de numerosos bronces (para poder interpretar melodías), en España se opta por la expresión y un número más reducido, salvo en catedrales y colegiatas o templos de cierta importancia. Por lo general en una parroquia lo más frecuente es encontrar dos campanas grandes y dos pequeñas.
El otro elemento definitorio de la morfología es el yugo, que además incide de forma determinante en el toque (repique, medio vuelo o vuelo) así como en su sonoridad. En España existen numerosas formas de yugos, siendo el toledano una de sus tipologías más características, cuya extensión viene a abarcar el antiguo arzobispado, es decir, Toledo, Madrid, parte de Guadalajara, Ciudad Real, parte de Albacete, de Extremadura y algunas zonas del norte de Granada y Jaén. No obstante esta tipología tiene también resonancias en otros obispados de su antigua provincia eclesiástica como Cuenca, Segovia, Valladolid, Cartagena, etc.
Como ya hemos comentado al inicio de este apartado, el yugo adquiere un gran desarrollo en altura en la tradición hispánica, de forma que su cabeza sirve como contrapeso de la campana para poder ser oscilada o volteada. Siguiendo una evolución cronológica de las formas de toque entendemos que la más sencilla y elemental sería tirar del badajo, bien como un toque (campanadas seguidas), un repique (toque coordinado y rítmico de al menos dos campanas) y doble (toque lento de al menos dos campanas para oficios fúnebres). Después vendría el balanceo de la campana, siendo necesaria la construcción de al menos un brazo con ejes que permitieran la oscilación. En un tercer momento se le incluyó la cabeza al yugo y se le aumentó el contrapeso para poder ser tocada “a pino” (como se dice en la documentación antigua), es decir, balancear la campana hasta pararla invertida. En un momento posterior apareció el volteo continuado, que por lo poco que se sabe, debió surgir en Sevilla a mediados del XVI, y de ahí pasó al levante, extendiéndose por buena parte del territorio hispano. En Toledo no se sabe exactamente cuando se empezaron a voltear las campanas, lo cierto es que a finales del XVIII ya hay escritos del Cardenal Lorenzana que hablan del volteo en las parroquias de la diócesis. En cambio la Catedral, y ciertos templos importantes (como colegiatas o parroquias de cierto prestigio) o bien lo rechazaron o lo incorporaron tardíamente (siglo XIX ó XX). En la seo toledana parece que se empezaron a voltear las campanas, y de forma algo limitada, a mediados del siglo XIX.
Las partes básicas de los yugos toledanos son las siguientes:
- Brazo: Es la pieza principal del yugo. Es una viga de gran tamaño en la que se engancha la campana. Permite además su movimiento gracias a los ejes.
- Ejes: son unas piezas de hierro colocadas a ambos extremos de los brazos, insertas en unas acanaladuras efectuadas en su parte inferior. Se ubican de tal modo que no entran en contacto con el bronce pues podría transmitir la vibración al muro. Tradicionalmente suelen asentarse en unas zapatas de madera empotradas en los laterales de los ventanales. En ocasiones, para evitar un desgaste excesivo de la madera, el eje asienta sobre una pieza de bronce empotrado en la zapata.
- Cabeza: es el contrapeso de la campana. Suele estar compuesto por una o dos piezas de madera. Suele ser de pequeño tamaño, estrecho y con perfiles moldurados en los laterales superiores.
Junto a estas piezas principales existen otras secundarias. La sujeción de la campana se realiza a través de unos herrajes cogidos con palomillas o tornillos en una pieza de madera colocada sobre la cabeza en sentido transversal. Suelen presentar también una palanca, generalmente curvada hacia arriba y rematada en un ojal o aro donde atar una cuerda. Este elemento permite balancear la campana e incluso frenarla cuando la campana se encuentra arriba empleando como tope la cabeza. Abundan los herrajes en forma de arco en los frentes del brazo para mantener su estabilidad, así como abrazaderas en sus extremos para reforzar la sujeción de los ejes.
El equilibrado de este tipo de yugo es bastante interesante. A diferencia de otras tipologías que ponen completamente la campana por debajo del eje de rotación (como la tipología Valenciana, Aragonesa, Catalana...) el yugo toledano levanta por encima del eje el bronce con el fin de emplear parte del mismo como contrapeso. Para ello recurre a dos elementos: los ejes acodados (en forma de L) y la escotadura de la parte inferior del brazo para empotrar a mayor altura el bronce. Esto tiene un efecto sonoro directo, puesto que el eje de rotación se encuentra a un cuarto o a un tercio de altura del bronce, o incluso a la mitad de la campana. El volteo de estos yugos genera un ritmo diferente al de los yugos de ejes rectos. Si un yugo valenciano en volteo genera un ritmo ternario con dos golpes y un silencio, el toledano viene a generar dos golpes y un silencio equiparable a los dos golpes. Es por ello también, que la oscilación de una campana con yugo toledano, genera una consecución de golpes mucho más seguidos que el de ejes rectos.
El aspecto de estos yugos es más bien pequeño y achatado. Existen unas proporciones básicas que suelen cumplirse en esta tipología (ver Ilustración 5), que demuestran su consolidación y conocimiento más o menos generalizado de las mismas, puesto que los yugos eran realizados por carpinteros locales. La altura total del brazo y la cabeza viene a ser la de la copa de la campana. La altura de la cabeza y el brazo suele ser la misma, la mitad de la altura total. La escotadura inferior suele tener un cuarto de la altura total.
Ilustración 5:
Proporciones habituales en los yugos toledanos.
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No sabemos las razones concretas que propiciaron esta tipología de yugo, lo que está claro es que presenta ciertas ventajas en ventanales de poca altura. Así mismo ofrece un control bastante preciso y permite pararla invertida sin mucho esfuerzo.
Por desgracia con la pérdida de los oficios tradicionales se han perdido todas estas peculiaridades y normas no escritas que debían ser en origen de conocimiento más o menos común entre los campaneros y carpinteros locales.
Todas estas consideraciones en torno a la tradición toledana, son también patrimonio material e inmaterial (recordemos que está en trámite la declaración del toque manual de campanas como patrimonio inmaterial español). Una restauración, si debe ser considerada como tal, debe tener en cuenta estas premisas, de lo contrario una intervención que no se encamine a recuperar estos valores podría considerarse destrucción patrimonial.
Ilustración 6:
Diferencia de equilibrado campana de yugo valenciano (arriba) y
yugo toledano (abajo).
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4.2. La disposición original de las campanas
La disposición actual de las campanas “litúrgicas” parece no ser la original del conjunto. La principal evidencia es arquitectónica: los ventanales no están diseñados para acoger campanas, puesto que resultan bajos y estrechos, y carecen de los habituales carriles para introducir los ejes de las campanas, o al menos agujeros para insertar las zapatas que sostienen los ejes. Los yugos de madera se encuentran empotrados e inmovilizados, pero su diseño y elementos (como los ejes o el agujero para la palanca de balanceo) demuestran que originalmente estaban destinados para ocupar un espacio de mayor anchura y para el movimiento. Como ya hemos apuntado antes, el yugo actualmente vacío pudo ser el original de la campana grande, puesto que las proporciones del mismo encajan con las de la campana. El yugo del que actualmente cuelga la campana grande debió pertenecer a otra campana, cuyo tamaño debió ser similar a la del reloj (no podemos confirmarlo, pero sospechamos que la del reloj pudo haber sido una campana litúrgica). Por tanto, hay pruebas materiales que evidencian la existencia de dos campanas grandes, una de ellas la actual campana grande bajo la advocación de San Martín y otra, que pudo haber sido la del reloj (no podemos confirmarlo), cuyos yugos se conservan todavía. Si los actuales campanillos son fruto de una continuada refundición a lo largo de la historia, entendemos también que existieron una pareja de campanillos cuyo timbre se contraponía al de las campanas grandes.
El interior del campanario actualmente se encuentra muy alterado, con algunas intervenciones no muy lejanas en el tiempo, pero todavía quedan restos de vigas sobre las que, por la distancia que existe entre ellas, pudieron montar originalmente los yugos de ambas campanas grandes. Todas estas evidencias nos ayudan a entender la composición original del conjunto, formado por dos campanas grandes en el interior y dos pequeñas en los ventanales. Como ya hemos dicho más arriba, este tipo de conjuntos es el habitual en las parroquias toledanas. La disposición de campanas en el interior no es extraña en torres mudéjares. En la propia ciudad de Toledo existen torres que disponen sus bronces en el interior y en el exterior, como por ejemplo las iglesia de Santiago del Arrabal, San Román o Santo Tomé, por citar algunas.
4.3. Propuestas en una hipotética restauración
Proponemos a continuación las bases a seguir en una hipotética restauración, cuya finalidad es potenciar y recuperar los valores patrimoniales y tradicionales del conjunto de campanas. Planteamos dos propuestas: una primera sencilla, y una segunda más compleja y costosa (pero quizás más interesante y deseable).
4.3.1. Primera propuesta de restauración
La primera consistiría básicamente en conservar la disposición actual de campanas, restaurar el yugo de la grande y sustituir los yugos actuales de los campanillos por otros nuevos siguiendo la tipología toledana. En la restauración del yugo de la campana Grande, se deberán reutilizar todas las piezas originales, sustituyendo exclusivamente aquellas que hagan peligrar la seguridad del conjunto. Si el estado de conservación desaconseja el uso de alguna pieza de madera, ésta deberá ser sustituida por una copia basada en el diseño de la original. Los yugos de las campanas pequeñas deberán ser sustituidos por otros siguiendo los patrones toledanos. Las tres campanas se dotarán de martillos eléctricos (en el lado izquierdo) y los toques programados deberán basarse en los tradicionales. La mecanización deberá realizarse de tal modo que no impida el toque manual. Desaconsejamos la instalación de motores de volteo, puesto que este toque se reducía tradicionalmente a cuatro o cinco veces al año, y su colocación puede dar lugar a abusos que restan solemnidad y su carácter excepcional, deshaciendo la tradicional jerarquización festiva. Aconsejamos que en estos días importantes se voltee a mano. Solamente recomendamos la mecanización del volteo en campanas pequeñas que tradicionalmente se han tocado a diario (para avisar de confesiones, Misa primera u otros sencillos avisos de este tipo).
4.3.2. Segunda propuesta de restauración
La segunda es más compleja, pues consistiría en la recuperación original del campanario, tal como se ha planteado más arriba. Por ello se trasladará la campana Grande al interior del campanario y se montará sobre el brazo actualmente vacío que se encuentra en uno de los ventanales de la cara norte. Si por falta de conservación se desaconseja su uso deberá ser sustituido por una copia exacta del perfil. Se le colocará un contrapeso siguiendo las características propias de los yugos toledanos. El sistema de sujeción debe ser por tornillos. Se le dotará además de una palanca de balanceo en el lugar donde se situaba esta pieza. Debe contar también con ejes acodados, acordes con el tamaño del conjunto. Como no podemos asegurar a ciencia cierta que la campana del reloj formara parte del conjunto de campanas litúrgicas, se deberá realizar una campana nueva que haga pareja con la Grande, de un tamaño similar al de la del reloj, a la que se le colocará el yugo que actualmente tiene la campana Grande (o bien una copia si se desaconseja su uso) con las mismas condiciones y características (palanca balanceo, ejes acodados) expuestas líneas arriba. Sería conveniente conservar los herrajes de sujeción originales pero añadiendo en su parte superior unos tornillos de sujeción. Las campanas pequeñas se dejarán en los ventanales que actualmente ocupan, cambiando sus yugos tal y como ha quedado expuesto en la primera propuesta de restauración. En cuanto a la mecanización de los toques, sugerimos lo mismo que en la primera propuesta, martillos eléctricos en todas sin motores de volteo. La ubicación que proponemos es que la campana Grande se asiente en sendas vigas de madera en el lateral del lado oeste de la torre, mientras que su pareja se ubique en el lateral sur, respetando de este modo la caseta del reloj.
Ilustración 7:
Propuesta de nueva disposición de campanas
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Ilustración 8:
Recreación de una nueva campana pequeña, del tamaño de la campana
del reloj, con el actual yugo de la campana grande.
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Ilustración 9:
Recreación de la campana grande con el brazo conservado en la torre
y una cabeza siguiendo las líneas del brazo.
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4.3.3. El reloj y su campana
La disposición que proponemos en la segunda propuesta es respetuosa con el emplazamiento de la caseta del reloj, que junto con la maquinaria deberán ser restauradas, pues son también bienes patrimoniales de interés. Dentro de todo el patrimonio relativo a las campanas, el de relojes mecánicos es el más vulnerable de todos, puesto que la tendencia generalizada es sustituir la maquinaria por un ordenador, que a la postre, da casi más problemas que un reloj mecánico, cuya vida útil es mucho más larga. Por desgracia el destino de muchas de estas maquinarias es un cuarto almacén de la iglesia, del ayuntamiento, de una persona interesada por la historia local o sencillamente la chatarrería. Son muchas las maquinarias que han desaparecido, algunas de ellas históricas, del siglo XVIII o anteriores. Por tanto, proponemos la restauración del cuarto del reloj, de modo que sea lo más hermético posible, para evitar que las inclemencias meteorológicas y la temperatura ambiental afecten a su funcionamiento La maquinaria deberá ser convenientemente limpiada. Aquellas piezas cuyo deterioro impidan el correcto funcionamiento serán sustituidas por copias. Las ruedas de subida de los pesos pueden ser conectadas a un elevador accionado por un ordenador. Actualmente existen ordenadores conectados a relojes mecánicos que aparte de elevar las pesas corrigen posibles desajustes horarios. Deberá también recuperarse el martillo del reloj activado de forma mecánica.
Ilustración 10: Reloj
mecánico conservado en su cuarto
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Ilustración 11: Reloj
mecánico restaurado y en uso
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